lunes, 20 de febrero de 2012

On se retrouvera tous les deux

Aquí estoy otra vez. Y me da no sé qué. No he podido dormir pensando que iba a volver a verte. Se me ha agotado la noche dando vueltas en la cama, durmiendo a trompicones, mirando el reloj cada cuarto de hora asediada por las ganas de acelerar el tiempo, y de detenerlo también. Siento la emoción removerse en las entrañas y ya no sé si me duelen los nervios de ilusión o de congoja. El caso es que he vuelto.

Te intuyo antes de verte, y siento temblar las piernas y un poquito el corazón. Me intimida tu presencia, solemne y orgullosa, pero al mirarte la frente erguida, te me apareces melancólico como cubierto por una pátina de bruma gris. Me contagio de nostalgias, la pena enredada en la garganta, mientras se perfilan los contornos de tu recuerdo desdibujado. Se me colapsa la memoria de momentos que no sabía ni que viví y te noto de nuevo latirme en el pecho como si el tiempo pasado no hubiera existido.

Tanto te había echado de menos y yo sin saberlo… Tú, testigo de mis ternuras y mis pasiones, guardián de un trocito de mi juventud, custodio de las emociones y esperanzas de mis 22 años. Una parte de mí es legítimamente tuya y por eso un poco de ti es mío también. Sin embargo, te siento ajeno y me haces sentir una extraña a mi vez.

Te recorro con la cautela de una desconocida y la acertada intuición de una antigua amante. ¿Cómo es posible sentirte tan propio y a la vez tan lejano? Deambulo por tus rincones buscando retazos de mi paso por aquí. Olisqueo tu olor a pan recién hecho, me dejo arrullar por tu murmullo, por tu acento melódico y rasgado. Me  vuelvo a colar en recodos secretos y me envuelvo en tu halo de bohemia. Y siento que poco a poco nos vamos reconociendo…

Cuánto querría quedarme ahora que nos hemos vuelto a encontrar. Cuánto volveré a echarte de menos, ahora que tengo que marcharme otra vez.

Yo no me canso de ti, como le ocurría a esa diva lánguida de la canción francesa. 

Nos volveremos a encontrar tú y yo… Mi gran París.